Visite también nuestra Sección, Acerca del Espíritu Santo
Visite también nuestra Sección, Preguntas

Es común entre los cristianos, y en particular aquellos con inclinaciones carismáticas o pentecostales, interpretar el «bautismo de fuego» como otro término para el «bautismo del Espíritu Santo». Así, cuando Juan el Bautista dice: «Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mateo 3:11; Lucas 3:16), estos grupos entienden como una positiva promesa para los creyentes que serán bautizados, tanto «con el Espíritu Santo» y «con fuego». Sin embargo, en el contexto estos dos acontecimientos son separados. El bautismo con el Espíritu Santo es una positiva promesa a los creyentes de que son inmersos en el Espíritu y sellados por Él para vida eterna. Sin embargo, el bautizo «con fuego» es una promesa negativa del juicio de los impíos, el cual será llevado a cabo por Jesús para uno y otro. O bien, recibe el Espíritu de Cristo o Él lo arrojará al fuego. Este era el punto de Juan.

El Contexto Inmediato

Mirar el contexto nos ayuda a aclarar el punto que Juan estaba tratando de presentar. Note todas las imágenes que Mateo registra cuando Juan usó estas palabras:

  • «Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? 8 Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; 9 y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: «Tenemos a Abraham por padre», porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. 10 Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 11 Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible» (Mateo 3:7-12).

Este pasaje es principalmente una advertencia sobre el juicio venidero y la necesidad de arrepentirse antes de que sea demasiado tarde. En este, el fuego se menciona tres veces en rápida sucesión:

  1. «… todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego».
  2. «… Él os bautizará … y con fuego».
  3. «… pero quemará la paja en fuego inextinguible».

En estos contextos ¿Qué es el fuego? ¿Y qué viene a hacer Jesús? El hacha está a la raíz de los árboles y Jesús tiene un bieldo en Su mano. Los árboles que dan fruto se mantienen en pie, mientras que los que no, se cortan y son echados al fuego. Así, Jesús llega a hacer una distinción entre los que dan frutos («… dignos de arrepentimiento …» ya mencionado en el pasaje) y los que no. Guarda a uno y destruye al otro. Esa destrucción está representada por el fuego. La tercera mención es bastante similar a la primera. En esta, Jesús está con un bieldo en Su mano para limpiar Su era, separando el trigo de la paja. El trigo es guardado y la paja es, nuevamente, destruida por fuego. El fuego aquí es claramente un juicio divino.

En mitad de estas dos declaraciones, está aquella dirigida a la multitud a la que Juan advierte de que Jesús viene a bautizarlos con «el Espíritu Santo y fuego». En contexto, esto está afirmando exactamente lo mismo. Jesús viene para separar a los fieles arrepentidos (que serán preservados) y a los malvados infieles que serán quemados en el fuego de Su juicio. El evangelio de Lucas nos da una imagen algo similar, pero este pasaje registra el cortar la higuera porque el viñador no halló fruto en esta (Lucas 13:7-9). Lucas registra en 3:15-17:

  • «Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo, 16 Juan respondió, diciendo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego. 17 El bieldo está en su mano para limpiar completamente su era y recoger el trigo en su granero; pero quemará la paja en fuego inextinguible».

Una vez más, el contexto es un terrible llamado al arrepentimiento y al juicio venidero de algunos y la conservación de otros. Por lo tanto, el bautismo del Espíritu es la esperanza prometida a todo creyente y el bautismo de fuego es el terrible destino de todo incrédulo.

Sin Juicio, Sin Fuego

Es importante señalar también que los otros dos evangelios presentan menos detalles sobre el contenido de la predicación de Juan. Específicamente, ninguno de ellos menciona las advertencias de Juan sobre el juicio inminente o su vívida imagen de árboles cortados y paja arrojados al fuego. Como tal, cuando presentan las palabras de Juan sobre Cristo, también omiten la referencia al fuego:

  • «Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo» (Marcos 1:7-8).
  • «Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre Él. 33 Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: «Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo». 34 Y yo le he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios» (Juan 1:32-34).

Por lo tanto, cuando el juicio no se menciona en los registros, no se nos dice acerca de un «bautismo de fuego». De manera similar y posteriormente; Lucas registra las palabras de Jesús de forma similar haciendo eco de los comentarios de Juan. Sin embargo, el contexto de estas citas está dirigido específicamente a los discípulos y a la esperanzadora promesa del Espíritu Santo. Así, en esos contextos, Lucas registra:

  • «Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de mí; 5 pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días» (Hechos 1:4-5).
  • «Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de las palabras del Señor, cuando dijo: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo». 17 Por tanto, si Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios?» (Hechos 11:15-17).

En cada uno de los casos anteriores, donde el juicio de los impíos no es discutido, y sólo la positiva promesa a los creyentes es presentada, el lenguaje acerca de bautizar en fuego está ausente.

El Trasfondo del Viejo Pacto

Si bien el lenguaje exacto de ser «bautizado» (o «sumergido») en el Espíritu Santo fue acuñado por Juan el Bautista y Jesús, la imagen fue tomada de la profecía del Viejo Pacto. Por lo tanto, Hechos comienza con un recordatorio de la promesa de que Jesús bautizaría a Sus seguidores con el Espíritu Santo (Hechos 1:4-5) y después de que sucede, él explica que fue un cumplimiento de la promesa anterior registrada por el profeta Joel:

  • «sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: 17 Y sucederá en los Últimos días —dice Dios— que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 y aun sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré de mi Espíritu en esos días, y profetizarán» (Hechos 2:16-18).
  • «Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días» (Joel 2:28-29).

Por lo tanto, ser «bautizado» en el Espíritu Santo era, en términos del Viejo Pacto, tener el Espíritu «derramado» sobre la persona. Ambos indicaban ser cubiertos como con agua, dando así sentido a la analogía de Juan con el bautismo en agua. De la misma manera, los profetas del Viejo Pacto también usaron una imagen similar relacionada con la idea de un «bautismo de fuego». Por ejemplo:

  • «Por tanto, esperadme —declara el Señor— hasta el día en que me levante como testigo, porque mi decisión es reunir a las naciones, juntar a los reinos, para derramar sobre ellos mi indignación, todo el ardor de mi ira; porque por el fuego de mi celo toda la tierra será consumida» (Sofonías 3:8).

El fuego ardiente de la indignación de Dios se derramará sobre todas las naciones y pueblos de la tierra. Este es, el bautismo de fuego. Se usa un lenguaje similar para el juicio de Dios en otros lugares, como:

  • «Ha entesado su arco como enemigo, ha afirmado su diestra como adversario y ha matado todo lo que era agradable a la vista; en la tienda de la hija de Sión ha derramado su furor como fuego» (Lamentaciones 2:4).
  • «El Señor ha cumplido su furor, ha derramado su ardiente ira; y ha encendido un fuego en Sión que ha consumido sus cimientos» (Lamentaciones 4:11).
  • «En presencia de su indignación, ¿quién resistirá? ¿Quién se mantendrá en pie ante el ardor de su ira? Su furor se derrama como fuego, y las rocas se despedazan ante Él» (Nahúm 1:6).
  • «He derramado, pues, mi indignación sobre ellos; con el fuego de mi furor los he consumido; he hecho recaer su conducta sobre sus cabezas —declara el Señor Dios» (Ezequiel 22:31).

Así, así como el «bautismo del Espíritu» señaló las promesas de Dios «derramando Su Espíritu», así también la imagen de un «bautismo de fuego» señaló la imagen de Dios derramando el fuego de Su ira.

Otros Ejemplos

La idea de separar a la humanidad en dos categorías, una guardada para la vida eterna y la otra sumergida en fuego, es central al entendimiento de Jesús de Su última misión. Note, por ejemplo, la parábola conmovedora del trigo y la cizaña:

  • «Jesús les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña. 27 Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?». 28 Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto». Y los siervos le dijeron: «¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?». 29 Pero él dijo: «No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis el trigo junto con ella. 30 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: «Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero» (Mateo 13:24-30).

Jesús explicó así, el significado de la parábola:

  • «Y respondiendo Él, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, 38 y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno; 39 y el enemigo que la sembró es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo. 41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga» (Mateo 13:37-43).

Aquí, todo el punto es la misma imagen usada por Juan el Bautista. Jesús ha venido para guardar a los creyentes para la vida eterna y arrojar a los incrédulos al fuego del juicio divino. Este es un tema central en la enseñanza de Jesús, especialmente en Mateo, y los dos bautismos de Espíritu y fuego son solo una de las muchas expresiones de este. Note, nuevamente, la escena del juicio futuro descrita en Mateo 25. Se nos dice:

  • «Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria; 32 y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda» (Mateo 25:31-33).

De otro lado, Jesús les dice a los creyentes:

  • «Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mateo 25:34).

De otro lado, Él le dice a los demás:

  • «Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41).

Reiterando, Él concluye:

  • «Y estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna» (Mateo 25:46).

Nuevamente, Jesús vino a sellar a algunos para Su reino eterno y arrojará a otros al fuego. El bautismo de fuego es la ira de Dios sobre el incrédulo. No es la bendición prometida al creyente. Quizás, lo más sorprendente de todo lo vemos, cuando ese bautismo se describe en Apocalipsis:

  • «Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego» (Apocalipsis 20:15).

Aquellos que son sumergidos en el lago de fuego son los incrédulos arrojados al tormento eterno. Este es el bautismo de fuego que traerá Jesús. ¡El mensaje es arrepentirse! ¡Crea en Cristo y será librado del fuego! En cambio, ¡reciba el Espíritu Santo como un sello para la vida eterna!

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

Deja una respuesta