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3 de enero de 2014
Si Usted es Cristiano ¿Significa que no Pecará más?
Por el simple hecho que seamos cristianos no significa que no cometamos pecados. Todavía luchamos con nuestra vieja naturaleza pecaminosa. Eso forma parte de la manifestación de la regeneración, es decir, el cambio que Dios hace en nosotros cuando el Espíritu Santo nos redarguye de pecado y somos hechos nuevas criaturas (2ª Corintios 5:17). A partir de ese momento los cristianos luchan contra sus pecados sin practicarlos de ninguna manera:
«El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo» (1ª Juan 3:8).
Por esta, y otras razones, 1ª Juan 2:4, registra:
- «El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él».
Juan el apóstol nos dice que debemos permanecer en Cristo y no pecar. Necesitamos guardar Sus mandamientos, amando a Dios (Mateo 22:37), a nuestro prójimo (Mateo 22:39), etc. Pero, antes de llegar a esos mandamientos, tome nota de lo que Juan escribe un poco antes en su epístola …
- «Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1ª Juan 1:7-9).
Juan se incluyó a sí mismo en el «nosotros». No nos está enseñando que tenemos que ser perfectos y guardar la ley para ser salvos. Nos está diciendo que, si andamos en Él que está en la luz, entonces, debemos seguir los mandamientos de Cristo. En otras palabras, si usted dice que sigue a Cristo, pero no hace lo que Él dice, ¿cómo puede llamarse cristiano (1ª Juan 2:4)? Los mandamientos que Jesús nos dice que cumplamos:
- Amar a Dios:
o «Y Él le dijo: AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE» (Mateo 22:37). - Amar al prójimo:
o «Y el segundo es semejante a este: AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO» (Mateo 22:39). - Amarse los unos a los otros:
o «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros» (Juan 13:34). - Hacer discípulos:
o «Acercándose Jesús, les dijo: ‘Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. 19 Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’» (Mateo 28:18-20).
Amar a Dios «es el grande y el primer mandamiento»; aunque «el segundo es semejante a este» (Mateo 22:38-39). En el primero, Dios es el objeto apropiado y principio del estándar moral de lo que es bueno y malo. Si amamos a Dios entonces, amaremos también a nuestro prójimo, y de igual manera, entre nosotros Sus hijos. Pero uno de los requisitos de amar al prójimo, es hablarle acerca de Jesús. Esta es la razón por la que Jesús nos ordena hacer discípulos.
Entonces, ser cristiano no significa que no pecamos. Significa que luchamos contra nuestros pecados sin practicarlos. Incluso el apóstol Pablo luchó contra su pecado:
- «Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19 Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico. 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22 Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado» (Romanos 7:14-25).
Usted puede ver rápidamente que Pablo estaba luchando contra su pecaminosidad, pero nadie diría que Pablo, el apóstol, en realidad no era cristiano. Si Pablo luchó contra su pecado y, sin embargo, era cristiano, entonces los que luchamos contra nuestros propios pecados también podemos afirmar que somos cristianos.
Sin embargo, debemos dejar claro que no está bien pecar. No debemos usar nuestra debilidad en la carne como justificación o excusa para hacer lo que sea contrario a Dios. Somos hechos nuevas criaturas (2ª Corintios 5:17) y, como tales, hemos sido comprados con un gran precio –la sangre de Dios (Hechos 20:28), y debemos actuar de una manera consistente con nuestra redención. No debemos permanecer en el pecado ni buscarlo, pero cuando pecamos tenemos a alguien a quien podemos recurrir para que nos limpie.
- «7 Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. 9 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1ª Juan 1:7, 9).
- «para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús» (Romanos 3:26).