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¿Has pensado alguna vez en eso? ¿En morirte? ¿Tal vez porque las cosas no te han salido como quieres, y has estado desesperado o tal vez avergonzado?
A muchos se nos ha escapado esta frase o pensamiento alguna vez en la vida. Pero no las quisimos decir literalmente. ¡La mayoría de las personas quieren vivir! Y de hecho, haríamos cualquier cosa por preservar nuestra vida: Es nuestro instinto de supervivencia. Pero este instinto, nunca se lleva a cabo en la esfera espiritual.
Moisés, el gran legislador de la nación hebrea declaró después de haberle presentado al pueblo las maldiciones y las bendiciones: las consecuencias de una vida desobediente para muerte o de una vida obediente para vida:
«Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia» (Deuteronomio 30:19).
Moisés presentó pues, la decisión a Israel con claridad simple pero con consecuencias eternas:
OBEDIENCIA = VIDA
DESOBEDIENCIA = MUERTE
En estos momentos puedes estar enfrentando decisiones similares con consecuencias eternas. Al igual que Israel, puedes escoger el camino de la muerte por rebelarte contra la voluntad de Dios. O, que por obedecerle, escoger la vida eterna y comunión diaria con el Dios de la vida hasta Su regreso.
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3).