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Nota: A menos que se diga lo contario, las citas son tomadas de la Biblia Textual IV Edición — BTX IV edición.
Por, Luke Wayne
7 de septiembre de 2016
¿Prueba Eclesiastés 12:7 que Preexistíamos en los Cielos?
«Y el polvo vuelva a la tierra, de donde procede, Y el espíritu retorne a Ha-Elohim, que lo dio» (Eclesiastés 12:7 — BTX IV Edición).
El Argumento
Grupos como los mormones, la Iglesia de Dios de la Sociedad Misionera Mundial y los swedenborgianos argumentan que existimos en los cielos como espíritus antes de nuestro nacimiento físico en la tierra. Uno de los argumentos más populares entre los proponentes de este punto de vista es señalar Eclesiastés 12:7, particularmente donde este dice: «Entonces el polvo volverá a la tierra como lo que era, Y el espíritu volverá a Dios que lo dios». Si nuestros espíritus regresan a Dios —continúa el argumento— debieron ser dados por Dios, antes, en algún momento del tiempo. Por lo tanto, ellos concluyen que somos espíritus viviendo con Dios en los cielos y que podemos regresar a nuestro hogar celestial cuando morimos.
La Respuesta Bíblica
La Biblia claramente enseña que nuestra vida física viene primero y la espiritual después (1ª Corintios 15:46-47) y que primeramente nacemos de carne y después del espíritu (Juan 3:3-6). El evangelio de Juan enfatiza repetidamente la importancia del hecho de que Jesús es de los cielos mientras que nosotros no (Juan 3:31; 6:23-25; 8:23). Con respecto al espíritu del hombre, la Escritura dice:
- «Carga de YHVH sobre Israel. Así dice YHVH, quien extendió los cielos, echó los cimientos de la tierra, y formó el espíritu del hombre en su interior» (Zacarías 12:1 — Biblia Textual IV Edición).
Nuestro espíritu es algo que Dios formó en nuestro interior, no algo que ya existía previamente antes de venir y ser colocado en un cuerpo. Entonces, ¿qué debemos hacer con Eclesiastés 12:7? Veámoslo en contexto.
Eclesiastés 12:1-8
- «Acuérdate de tus Creadores, de Alef-Tav, en los días de tu juventud, Antes que vengan los días malos, Y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos contentamiento. 2 Antes que se oscurezcan el sol y la luz, y la luna y las estrellas, Y las nubes vuelvan tras la lluvia. 3 El día en que tiemblen los guardianes de la casa, Y se encorven los hombres fuertes, Y cesen las que muelen, porque han disminuido, Y se enturbien las que miran por las celosías. 4 Cuando se cierren las puertas de la calle, por ser débil el sonido del molino, Y uno se despierte con el gorjeo del pajarillo, Y enmudezcan todas las hijas del canto. 5 Cuando también se tema a lo que es alto, Y a los terrores del camino, Y florezca el almendro, Y se arrastre la langosta, Y el alcaparrón no haga su efecto, Porque el hombre marcha hacia su morada eterna, Mientras los que endechan rondan por las calles. 6 Antes que se rompa el cordón de plata y se aplaste el cuenco de oro, Y el cántaro se quiebre junto a la fuente, Y la rueda, hecha pedazos, caiga en el pozo, 7 Y el polvo vuelva a la tierra, de donde procede, Y el espíritu retorne a Ha-Elohim, que lo dio. 8 Vanidad de vanidades, dice Qohélet. ¡Todo es vanidad!». (BTX IV Edición).
Mirando el Contexto
Esta referencia del hombre que «marcha hacia su morada eterna» y, «el espíritu retorne a Ha-Elohim» no son imágenes esperanzadoras de un gran regreso a alguna morada gloriosa, antigua celestial. Forman parte de una cadena de referencias a la muerte, al luto, al terror, a la decadencia, al rompimiento, al destrozo, al oscurecimiento y demás. Estas son palabras sombrías sobre tragedia, pérdida y muerte. «Vanidad de vanidades, dice Qohélet. ¡Todo es vanidad!». Esto está lejos de ser una feliz promesa de futura esperanza celestial, mucho menos un testimonio de una vida celestial pasada más allá. Estos son simplemente eufemismos para la muerte. Pero regresemos un paso atrás. Si «el espíritu retorne a Ha-Elohim, que lo dio» es un antiguo eufemismo israelita para la muerte. En primer lugar, ¿de dónde vino ese eufemismo? ¿La simple existencia de tal eufemismo muestra que había una suposición general de que existíamos previamente en el cielo y que regresaríamos allí? Un examen más detallado muestra lo contrario.
El Registro de la Creación
En Génesis, este registro nos dice nos dice que Dios nos formó del polvo del suelo y después personalmente insufló aliento de vida en nosotros:
- «Y del polvo del suelo formó Elohim al hombre e insufló en sus narices aliento de vida, y el hombre llegó a ser un alma viviente» (Génesis 2:7).
Lo que nos da vida es el aliento de Dios en nosotros. El concepto de «aliento» y «espíritu» están íntimamente relacionados al antiguo pensamiento, como podemos ver en los siguientes versículos:
Job
- 27:2-5: «¡Vive Dios, que ha quitado mi derecho, Y Shadday, que amarga mi alma, 3 Que mientras tenga aliento, El hálito de Eloah en mis narices, 4 Mis labios no hablarán perversidades, Ni mi lengua proferirá engaño! 5 Lejos de mí que os dé la razón: Hasta que expire mantendré mi integridad» (Job 27:2-5).
Note que, «… mientras tenga aliento, El hálito de Eloah en mis narices …» es una forma de decir, «Que mientras esté vivo …». En este contexto, el espíritu de Dios es el aliento de vida. Es lo que hace al hombre vivo. Dios nos ha dado de Su propio aliento. Si ese aliento fuera a volver a Él, estaríamos muertos. El Espíritu de Dios = El Aliento de Dios = Vida Humana.
- «Pero es el espíritu del hombre, El aliento de ’El-Shadday, el que da inteligencia» (Job 32:8).
- «El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo de ’El-Shadday me dio vida. 5 Respóndeme si puedes, Alístate y ponte en pie ante mí. 6 Heme aquí a mí en presencia de Dios, conforme a tu pedimento, Del barro fui yo también formado. 7 He aquí, mi terror no te espantará, Ni mi mano será demasiado pesada sobre ti» (Job 33:4-7).
El Aliento de Dios
Nuevamente aquí, el espíritu del hombre / el espíritu de Dios es igualado con el aliento de Dios en nosotros en lugar de nuestra alma o el ser espiritual. Es el aliento de Dios en la creación que da vida al «polvo del suelo». Esto no significa que la palabra «espíritu» nunca signifique nuestra alma eterna en algún contexto, pero esa no es la forma en que se usa la palabra en estos casos. Cuando el Viejo Pacto se refiere a nuestro espíritu en el contexto de la vida y la muerte, a menudo se está refiriendo a este aliento de vida que Dios ha enviado para hacer que vivamos. Si Él toma ese aliento de regreso, morimos. Más adelante en Génesis, observe cómo Dios se refiere al juicio venidero del diluvio.
Génesis
-
6:3: «Y dijo Adonaí Elohim: No permanecerá mi Espíritu con estos hombres para siempre porque son carne. Sus días serán ciento veinte años».
Dios está declarando que Su Espíritu no permanecerá para siempre[1. Algunas traducciones al inglés dicen, «mi espíritu no luchará con el hombre para siempre», sin embargo, los manuscritos hebreos más antiguos dicen «continuar» o «permanecer» en lugar de «luchar con». «continuar en / permanecer en» es también el significado que se conserva en las primeras traducciones, como la Septuaginta griega, los antiguos Tárgums arameos y la Vulgata latina. La idea de «continuar en / permanecer en», en lugar de «luchar con» es, por lo tanto, casi con seguridad la lectura original, y también encaja mejor en el contexto.] «con estos hombres …» ¿Qué quiere decir Él? Más adelante, lo afirma.
- «y dijo Elohim: Borraré de sobre la faz del suelo al hombre que he creado, desde el humano hasta la bestia, el reptil y las aves de los cielos, pues me indigna haberlos hecho» (Génesis 6:7).
¿Qué es lo que no Permanecerá en el Hombre?
El aliento de Dios no permanecerá en el hombre. El hombre morirá en el tiempo señalado por Dios. Esto se cumplió en el diluvio, donde solo se salvó Noé y su familia. Para que el espíritu de Dios permanezca en nosotros, significa que debemos permanecer con vida. Para que este regrese a Él no significa que volvamos a Él. Significa que ya no tenemos el aliento de la vida en nosotros y estamos muertos.
- «Si por su cuenta decidiera retirar su espíritu y su aliento, 15 Toda carne perecería a una, Y el mortal volvería al polvo» (Job 34:14-15).
De esto es lo que Eclesiastés está hablando. Que el espíritu de uno regrese o que regrese el aliento de vida a Dios, significa morir. Este es el trágico destino de todos los hombres de este lado de la eternidad sin importar lo que hagamos, y no tenemos poder para detenerlo.
Eclesiastés 8:8
- «No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte».
Un tema repetido por el salmista:
- «No confiéis en príncipes, Ni en hijo de hombre, en quien no hay salvación. 4 Sale su espíritu y vuelve al polvo; Ese día perecen sus planes» (Salmo 146:3-4).
En este contexto, el espíritu no es algo que somos. Es algo que necesitamos retener para permanecer vivos, y no tenemos poder en nosotros mismos para hacerlo. Somos completamente dependientes de Dios en todo momento. Cada aliento que tomamos es literalmente un aliento tomado de Él. El aliento de Dios es vida y muerte.
Salmo
-
104:27-30: «Todos ellos esperan en Ti Para que les des comida a su tiempo. 28 Les das y recogen; Abres tu mano, y se sacian del bien. 29 Cuando ocultas tu rostro, se turban, Si retiras el soplo, dejan de ser, Y vuelven a su polvo. 30 Si envías tu hálito, son creados, Y renuevas la faz de la tierra».
Conclusión
Entonces, es claro que la referencia en Eclesiastés 12:7 no se refiere, o de ninguna manera implica o significa, una supuesta preexistencia celestial de los hombres. Eclesiastés no está hablando de la eternidad, el cielo o la resurrección futura. No niega estas cosas; simplemente no está enfocado en estas. Está refiriéndose al significado de esta vida terrenal y la pregunta de cómo debemos vivirla a la luz de nuestra frágil mortalidad. Aquellos que quieren proponer una preexistencia no encuentran apoyo ni aquí, ni en ninguna otra parte de las Escrituras.