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¿Dónde Empieza tu Salvación?
En palabras sencillas la salvación empieza en el corazón del hombre pecador para posteriormente confesarla con nuestra boca. Esto, es lo que enseña la Palabra de Dios:
«porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:10).
¿Pero serán estas palabras suficientes para que alguien sea salvo cuando no existe convicción en su corazón?
En su epístola, Jacobo enseña que muchos creen que Dios es uno y bien hacen; pero que aun los demonios incluyendo a Satanás también lo creen:
- «Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan» (Jacobo 2:19).
La pregunta sería: ¿Por el sólo hecho de que alguien, aún los demonios crean que Dios es uno, será suficiente para su salvación? La respuesta obvia será una sola: NO.
La salvación NO es simplemente aceptar los hechos de que Dios es uno y manifestado en tres Personas. Y sabemos que aunque los demonios también lo creen, el fin de ellos es condenación eterna.
Por lo tanto, tiene que existir entonces en el ser humano, aun para aquel que acepta a Dios como uno sólo, una convicción de su condición perdida y pecadora antes de que pueda creer en el Señor Jesucristo.
¿Y quién entonces producirá en nosotros convicción de nuestro pecado? El Espíritu Santo:
- «Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).
Posteriormente, el apóstol Pablo presenta el verdadero evangelio que ha predicado:
- «Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1ª Corintios 15:3-4).
Entonces: ¿Eres un convencido por el Espíritu Santo de que el mismo Dios se encarnó en la Persona de Jesús para llevar a cabo un solo sacrificio, perfecto y santo para perdón de tus pecados? ¿Eres un convencido de que Jesús resucitó al tercer día con el mismo cuerpo con el que murió y que como hombre intercede por tus pecados delante de Dios el Padre?
Sin duda, el consejo de Dios para ti es:
«Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor« (Filipenses 2:12 — Énfasis añadido).