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Religiones del Mundo

Por, Luke Wayne
13 de julio de 2017

El budismo y el cristianismo son estrictamente religiones diferentes que ofrecen puntos de vista completamente diferentes del mundo. Ambas difieren mucho en la doctrina fundamental. Sin embargo, muchos argumentarán que detrás de todo esto, ambas religiones sostienen una ética muy similar. Se nos ha dicho que son muy cercanas en sus ideas acerca de lo que es correcto o incorrecto, y que es un campo común sobre el cual levantar un dialogo y tal vez, trabajar hacia un objetivo compartido de bondad humana. No solo esto tiene puntos débiles debido a que ni el budismo ni el cristianismo sostienen alguna «bondad humana» como su objetivo final, sino que el problema en este razonamiento realmente es más profundo. La verdad es que debajo de cualquier apariencia superficial de similitud, el budista y el cristiano tienen ideas radicalmente opuestas acerca de lo moral.

En un examen a nivel superficial, es verdadero que Buda prohibió ciertas conductas durante su vida en la India, que Moisés y los profetas habían prohibido mucho antes que Buda durante sus vidas en Israel. El budista, junto con el judío y el cristiano, usarán frases como, «No asesinarás»; «No robarás», «No adulterarás», y “No desobedecerás a tus padres». En ambas tradiciones, se habla contra el egoísmo, el orgullo, y deseos codiciosos. Entre el budista y el cristiano existen en ciertas áreas un vocabulario ético común entre el budista; sin embargo, detrás de las simples palabras existen dos grupos de ideas ampliamente diferentes.

La naturaleza de lo moral

El budismo enseña que no existe lo moral y que lo bueno y lo malo son una dualidad falsa que uno debe trascender. Así, en el budismo, el robo y el adulterio son meramente imprudentes y no aconsejables, mientras que en el cristianismo son objetivamente malvados. Esta diferencia es altamente significativa y no debe pasarse por alto. El erudito budista Walpola Rahula, al rechazar la idea del derecho y del mal objetivos como una noción peligrosa, explica:

  • «La idea de la justicia moral surge de la concepción de un ser supremo, un Dios, que se sienta en juicio, quien es el dador de la ley y que decide lo que está bien y lo que está mal».[1]

El budista japonés Masao Abe también declaró:

  • «No hay equivalente budista a la noción cristiana de justicia».[2]

Así, el cristiano y el budista significan cosas fundamentalmente diferentes cuando hacen declaraciones éticas.

La naturaleza del acto moral

La esencia de una acción moral es también marcadamente diferente en el budismo que en el cristianismo, tanto, que una acción moral en un sentido cristiano, es considerada una perpetuación absurda del sufrimiento en el budismo, incluso si los actos parecen ser similares. Por ejemplo, el budismo enseña que no existe algo como un yo personal y ninguna distinción verdadera entre un objeto y otro. La ilusión de la existencia personal y la identidad individual, es de hecho, la fuente de todo sufrimiento. Esta enseñanza es el mismo corazón de todo el budismo. Así, cuando un cristiano rehúsa cometer violencia contra su prójimo porque considera a su prójimo como una persona individual hecha a imagen de Dios a quien se le otorga una dignidad especial sobre otras cosas creadas, el budismo diría que el cristianismo no está actuando realmente de forma sabia. Cuando el cristiano busca amar a su prójimo como a sí mismo, debe reconocer necesariamente que es una persona y que su prójimo es otra. Usted no puede amar a su prójimo como a sí mismo si no hay prójimo y no hay un yo. Hacer conscientemente a alguien más una prioridad sobre uno mismo, requiere cultivar la humildad personal mientras cultiva amor, honor y devoción a otras personas. Todo esto en el budismo es la tonta perpetuidad del sufrimiento. Si el budismo fuera cierto, el cristiano no estaría haciendo el bien; estaría haciendo un gran daño. El cristiano estaría multiplicando el sufrimiento en el mundo que se extendería en tiempos de vidas futuras.

La limitación cristiana y la caridad son perjudiciales para el esquema budista porque están necesariamente construidas sobre la idea del yo personal, el cual es el mayor problema en la concepción budista del mundo. El corolario, entonces, también debe ser cierto. El budista no puede obedecer las obligaciones morales del cristiano. No puede amar a su prójimo como a sí mismo, al menos no como el cristiano quiere significar con esas palabras. El budista no puede amar al SEÑOR su Dios. Ni siquiera se le permite creer en el SEÑOR su Dios. Dios es un ser personal eterno e inmutable. La misma existencia de Dios es una refutación del budismo. Nada puede ser personal, y nada puede ser inmutable. Por lo tanto, toda acción moral cristiana no es para nada ni la totalidad del budismo.

Conclusión

A pesar de cualquier aparente similitud, hay un abismo enorme entre la ética budista y la cristiana. El tema de la ética es, de hecho, un terreno importante para que los budistas y los cristianos se reúnan en un diálogo, pero es debido al amplio contraste entre los dos más que a cualquier parentesco. El budista congruente no puede realmente afirmar que cualquier acto moral cristiano es bueno, y de hecho debe verlo como perjudicial. El cristiano congruente debe afirmar que cualquiera acción moral budista está contaminada por el pecado, desprovista de fe y, finalmente, desagradable para Dios. Sin fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, el budista ofrece, en el mejor de los casos, trapos inmundos. De hecho, esta es una razón importante para que los cristianos y los budistas se relacionen entre sí, no por similitudes, sino por diferencias irreconciliables. Y es precisamente aquí donde el evangelio puede ser explicado y aclarado.

Notas a pie de página:

[1] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 3.
[2] Keith Yandell and Harold Netland, «Buddhism: A Christian Exploration and Appraisal» (IVP Academic, 2009) 193.

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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