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Religiones del Mundo

Por, Luke Wayne
11 de abril de 2016

Tanto el budismo como el cristianismo afirman verdades mutuamente excluyentes en casi todos los puntos fundamentales. Simplemente no existe forma de combinar estos dos sistemas, sin redefinir totalmente, uno de estos o ambos. Sin embargo, desde la década de 1960, en la medida en que el budismo ha incursionado adentrándose en la vida occidental y en cuanto a que la cultura estadounidense se ha vuelto cada vez más pluralista, se pueden encontrar personas que se identifican tanto como budistas como cristianos. Este argumento (cuando uno está totalmente conectado) es como sigue: El budismo (esto es lo que afirma) es, simplemente agnóstico acerca del tema de Dios. No hay nada (continúa afirmando) en el pensamiento y práctica budista, intrínsecamente contrario al cristianismo; por lo tanto uno puede ser fiel al Dios cristiano al seguir el camino budista hacia la iluminación. Ambas afirmaciones son completamente falsas, sin embargo, y por lo tanto la conclusión que se deriva de estas, es también.

¿Agnosticismo budista?

El budismo histórico reconoce la existencia de una diversidad de dioses y semidioses por encima y más allá de la humanidad, pero enseñó que estos fueron criaturas mortales que formaron parte del mismo ciclo de muerte y renacimiento, tanto como hombres como animales. Estos, formaron parte del cosmos budista, pero no fueron aceptados como objetos de devoción budista. Estos fueron atados en el mundo del sufrimiento y necesitaron iluminación para alcanzar nirvana en la forma como los hombres lo hacen.[1] Con relación a tales dioses, el budismo puede ser ciertamente, agnóstico. Muchos budistas occidentales modernos, rechazan la idea de tales dioses, y esto no afecta de ninguna manera el que ellos sean budistas. Tales dioses no son fundamentales, ni establecen alguna diferencia en las enseñanzas budista, más allá de la existencia o la no existencia que cualquier otro animal tendría. Los dioses no son más que una de las variedades de seres que sufren en el ciclo de muerte y renacimiento del que el budismo busca ser liberado.

Sin embargo, el Dios cristiano no encaja en la anterior descripción. Cuando los cristianos hablan de Dios, ellos no hablan de un ser mortal, finito, o lo comparan a algún animal o cosa. Los cristianos no hablan de un ser que necesita ser liberado de algo o de alguien. No hablan de un ser que es una simple porción del sistema de cosas. Tampoco hablan de un ser que puede o no existir. Los cristianos hablan de un ser eterno, perfecto, inmutable, el suficiente creador de lo visible e invisible y a quien todos debemos nuestra adoración y debemos responder como nuestro juez y rey. En este sentido, el budismo, no cree en Dios. De hecho, el budismo no podrá permitir la existencia de tal Dios.[2] El fundamento del budismo es la no permanencia de todas las cosas y la doctrina sin distinciones y permanente en la existencia del yo.[3] Para el budismo, todo lo eterno e inmutable es falso. Si como dice Colosenses 1:16-17: «Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. 17 Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen», no podríamos entonces decir que todas las cosas son temporales y que no se sostienen juntas o que no existen cosas reales. Cualquiera que afirme que es tanto cristiano como budista, deberá cambiar radicalmente la enseñanza budista en todos los temas, o bien, deberá cambiar radicalmente el concepto del Dios revelado en la Escritura de tal forma, que sería remotamente imposible reconocer algo del cristianismo.

La enseñanza cristiana y budista

El hombre: El budismo enseña que el yo personal, es una ilusión. No existe el «yo» o el «usted» o «tú», incluso en este mismo momento, y obviamente, tampoco existe un alma o un espíritu en el hombre que trascienda este vida física.[3]

El cristianismo enseña que los hombres y las mujeres son creados a imagen y semejanza de Dios y son diferentes a las otras cosas creadas y que tienen  dominio sobre las cosas creadas en la tierra.

  • «Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. 27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Génesis 1:26-28).

La persona que se desarrolla en el vientre de la madre, es la misma persona todos los días de su vida (Salmo 139:13-16), hay una existencia consciente aun después de la muerte (Lucas 16:19-31), y estos mismos yo personales resucitarán en el último día: «teniendo la misma esperanza en Dios que estos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos» ((Hechos 24:15), algunos para vida eterna y otros para condenación eterna:

  • «No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio» (Juan 5:28-29).

El pecado: El budismo enseña que no existe lo correcto e incorrecto moralmente. Lo bueno y lo malo son una falsa dualidad que el iluminado debe vencer.[4] Lo justo e injusto son simplemente subjetivos,[5] una distinción que hacemos falsamente para conveniencia.[6] El budismo explica que la justicia y la injusticia son, conceptos potencialmente peligrosos enraizados en la falsa idea de que existe un Dios creador que nos gobierna y juzga en todo.[7]

El cristianismo enseña que existe tal Dios y es de hecho, objetivo en lo correcto o justo y en la incorrecto o injusto. La maldad, o pecado, es quebrantar los mandamientos de Dios: «Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley» (1ª Juan 3:4), y estar por debajo de Su norma: «por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios» (Romanos 3:23). Nuestra tarea no es sólo evitar hacer lo malo sino también, hacer lo bueno (Gálatas 6:9-10) aun a los que nos odian: «Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen» (Lucas 6:27). De hecho, saber lo que es bueno, y no hacerlo es en sí mismo, malo: «A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado» (Jacobo 4:17). Los conceptos de justicia e injusticia, de lo bueno y lo malo, de la obediencia y del pecado; son los fundamentos de todo lo que el cristianismo tiene que decir.

El sufrimiento: En el budismo, el sufrimiento viene de nuestra ilusión de ser un yo personal, y nuestras acciones serán de acuerdo con esas ilusiones.[8] Debido a que pensamos que existimos como un yo distinto y duradero separado de las otras cosas, deseamos cosas y nos apegamos a cosas que son, de hecho, fugaces e ilusorias, y debido a esto, llega el sufrimiento. Esto significa que no es simplemente dañino o deseos inapropiados, sino que más bien, todos los deseos personales causan nuestro sufrimiento.[9] Toda intención, todo acto de la voluntad es karma, y hace que continúe «samsara», o el ciclo de la muerte y renacimiento.[10] El budista debe aprender a liberarse de todo deseo, no seguir más lo que le cause placer y evitar lo doloroso, o pensar que una experiencia es preferible a la otra.[11] La persona budista debe dejar de exaltar lo que es bueno o quejarse de lo que es malo, abandonando toda clase de dualidad.[12] Esta es la libertad budista del sufrimiento.

En el cristianismo, la maldad humana y la desobediencia a Dios es lo que primero trae sufrimiento y muerte al mundo: «Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron» (Romanos 5:12). Lo que el hombre más necesita, es ser lavado de su culpa y volverse del pecado. Mientras que los cristianos creen que los deseos humanos egoístas son los que nos llevan a la tentación y al pecado: «Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión» (Jacobo 1:14), y que tanto el sufrimiento como los conflictos vienen de los malos deseos del corazón que no se cumplen (Jacobo 4:1-3). Sin embargo, existen deseos justos que deben ser cultivados. Hay bendición para aquellos «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados» (Mateo 5:6), y que debemos buscar, «primero su reino y su justicia», para que, «todas estas cosas…» sean añadidas (Mateo 6:33). Al final, Dios satisfará los deseos justos de aquellos que están en Cristo. Él los bendecirá con vida eterna y quitará para siempre el sufrimiento.

  • «Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. 4 Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado» (Apocalipsis 21:3-4).

La salvación: Las divisiones dentro del budismo prescriben una variedad de cosas diferentes con relación al camino más efectivo a la iluminación y para escapar del sufrimiento de la vida, y del ciclo de la muerte y renacimiento. Sin embargo, como mínimo, todos se sostienen en el fundamento del sendero óctuple establecido por Buda para que uno escape del ciclo del sufrimiento a través de la auto transformación disciplinada de los pensamiento de uno, puntos de vista, la forma de hablar y el de las acciones.[13] En la medida en que uno deja la acción del karma, los deseos personales y la ilusión de la existencia del yo, uno obtiene iluminación, cumple nirvana, y así, transciende el sufrimiento y el ciclo del renacimiento.

En el cristianismo, la salvación es el perdón de pecados, y la resurrección corporal hacia la vida eterna con Dios. Esta no es ganada o dada por algo meritorio, sino que es el don de gracia recibido por Dios para nosotros a través del arrepentimiento y la fe (Juan 3:16-21).

La eternidad: La esperanza budista es la realización de nirvana. Nirvana significa apagar o extinguir como una llama cuando se le priva de oxígeno o se le agota su combustible.[14] No es extinguir la existencia personal de uno, ya que el budismo insiste que nunca ha habido alguna existencia personal la cual extinguir; más bien es el extinguir toda ilusión de la existencia personal.[15] Es un terminar de todo deseo, anhelo, antojo o la idea de uno mismo como una cosa distinta y separada.[16] La salvación no es un lugar al que uno entra o un estado que uno adquiere. Es simplemente la realización de lo que ya es la realidad última. Entonces, el renacimiento es al final, el dejar el sufrimiento, la destrucción de los deseos, para que todo simplemente «sea».

En el cristianismo, la eternidad no podría ser más opuesta. La existencia personal continúa para todos, algunos para la vida eterna, y otros, para una eterna condenación (Juan 5:28-29). Aquellos que son salvados de sus pecados en Cristo Jesús tienen una vida eterna en cuerpo sin dolor o sufrimiento en la misma presencia de Dios (Apocalipsis 21:3-4). Aquellos que permanecen en la culpa de sus pecados son castigados por su maldad y para siempre en el lago de fuego:

«Y el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre» (Apocalipsis 14:11).

Conclusión

Estos simples ejemplos de algunas de las enseñanzas fundamentales del budismo y del cristianismo, no son, de algún modo exhaustivas, pero deberían ser suficientes para mostrar que estas dos religiones son finalmente, incompatibles. De hecho, sería difícil concebir dos sistemas de creencias que no estén de acuerdo, incluyendo los conceptos más básicos en el fundamento de la verdad. Cualquier cristiano profesante que busque abrazar la filosofía de Buda estará, necesariamente buscando negar el evangelio de Jesucristo. Y éste, no es un asunto trivial.

Notas a pie de página:

[1] Keith Yandell and Harold Netland, «Buddhism: A Christian Exploration and Appraisal» (IVP Academic, 2009) 21.
[2] Keith Yandell and Harold Netland, «Buddhism: A Christian Exploration and Appraisal» (IVP Academic, 2009) 183-184.
[3] «The Teaching of Buddha» (Bukkyo Dendo Kyokai, 1966) 298.
[3] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 6.
[4] «The Teaching of Buddha» (Bukkyo Dendo Kyokai, 1966) 62.
[5] Thich Nhat Hanh, «The Heart of the Buddha’s Teaching» (Broadway Books, 1998) 56.
[6] «The Teaching of Buddha» (Bukkyo Dendo Kyokai, 1966) 53.
[7] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 6.
[8] Rodney Smith, «Stepping Out of Self Deception» (Shambhala Publications, 2010) 4.
[9] Keith Yandell and Harold Netland, «Buddhism: A Christian Exploration and Appraisal» (IVP Academic, 2009) 16.
[10] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 3.
[11] Rodney Smith, «Stepping Out of Self Deception» (Shambhala Publications, 2010) 6.
[12] «The Teaching of Buddha» (Bukkyo Dendo Kyokai, 1966) 62.
[13] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 5.
[14] Houston Smith and Philip Novak «Buddhism: A Concise Introduction» (HarperCollins Publishers, 2003) 51.
[15] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 4.
[16] Keith Yandell and Harold Netland, «Buddhism: A Christian Exploration and Appraisal» (IVP Academic, 2009) 23-24.

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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