Como Responder a la Revelación de Dios
Él se nos revela de tres maneras principales: La Creación, las Escrituras y Jesús. La revelación general es la Creación, La especial es la Escritura y la revelación encarnada es Jesús. Sin embargo, cuando miramos a Cristo, vemos la mejor representación de lo que Dios quiere que sepamos sobre Él, Su propósito y carácter. Después de todo, Él es el resplandor de Su gloria (Hebreos 1:3).
El Sentido de Cómo Dios se Revela en los Creyentes
Para empezar y antes examinar esas tres categorías, quiero mencionar que debido a que Dios mora en nosotros (Juan 14:23; Gálatas 4:6) tenemos comunión con Él y con cada uno de los miembros de la Trinidad (2ª Corintios 13:14). Por lo tanto, hay un sentido de Su revelación en nosotros internamente. Sin embargo, no queremos elevar nuestras experiencias subjetivas al mismo nivel que las Escrituras. La cual es, la autoridad final, no lo que sentimos que Dios nos está diciendo. No obstante, Dios se comunica con nosotros internamente a través de la convicción de pecado (Juan 16:8), Su guía (Romanos 8:14) y amor (1ª Juan 4:8, 16).
Veamos, pues, cuáles son, según la Biblia, las tres formas principales en que Dios se nos revela.
La Revelación General: En Su Creación
«Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa» (Romanos 1:20 — Nueva Biblia de las Américas — NBLA).
Estamos hechos a imagen de Dios y, por eso, podemos apreciar y ver Su obra a nuestro alrededor. Podemos contemplar la creación y ver la inmensidad del espacio, la belleza de las puestas de sol, la perfección en la armonía y el diseño de nuestro ecosistema, la maravillosa diversidad de la vida vegetal y animal. Es un Dios de orden, gran poder e increíble inteligencia. Todo esto es evidente a través del orden creado.
De hecho, podríamos decir que vemos las huellas dactilares de Dios en la creación. Piensa en esto. El espacio es altura, anchura y profundidad. El tiempo es pasado, presente y futuro. La materia es sólida, líquida y gaseosa. Así que, en cierto sentido, vivimos en una trinidad de trinidades. La creación es increíble.
La Revelación Especial: Las Escrituras
«Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. 17 Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra» (2ª Timoteo 3:16-17 — Nueva Versión Internacional — NTV).
Mejor que la creación, es la revelación de Dios en las Escrituras. Se puede señalar que en ellas, Dios revela verdades concretas. Aprendemos que solo hay un Dios (Isaías 43:10; 44:6, 8), que es santo (1ª Pedro 1:16), es Espíritu (Juan 4:24), todopoderoso (Jeremías 32:17, 27), compasivo (2º Crónicas 30:9), eterno (Salmo 90:2) y más.
También aprendemos sobre el carácter moral de Dios. Jesús dijo que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). Dios habló y creó (Génesis 1:1-3). También nos dio la ley moral en los 10 Mandamientos (Éxodo 20:1-17). Por lo tanto, las Escrituras nos revelan más sobre Dios, Su carácter, voluntad y propósito para con nosotros que la misma creación (Isaías 43:7).
Revelación en la Encarnación: Dios se Hizo Hombre
En esta última respuesta a, ¿Cómo se nos revela Dios? tenemos la respuesta en Jesús. En Él tenemos la revelación completa de Dios que nos habló el Viejo Pacto y que se recoge en el Nuevo. Aprendemos que Jesús es la imagen gloriosa de Dios (Hebreos 1:3), que caminó sobre la tierra y murió por nuestros pecados (1° Pedro 2:24). A Jesús se le llama Dios (Juan 1:1, 14; Colosenses 2:9; Hebreos 1:8), y puesto que es perfecto, es una revelación del carácter y la naturaleza de Dios mayor (Hebreos 1:3) que las Escrituras. Después de todo, las Escrituras dan testimonio de Jesús (Juan 5:39).
Conclusión
Así pues, la última y mejor forma en que Dios se nos revela es en la persona y la obra de Jesús. Él es Dios en la carne, el que vivió, amó y murió por nosotros. En Él vemos el cumplimiento en la perfecta manifestación y revelación de Dios a nosotros.
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