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Por, Francisco Arnaldi

«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, 5 Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, 6 que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador» (Tito 3:4-6).

Un niño, recogió en la calle a un perro enfermo, el cual no tenía qué comer ni dónde dormir, entonces, lo tomó en sus brazos. Mientras lo llevaba, el perro sólo quería morder su mano; hasta que de repente comenzó a hablar diciendo: «¿Que sabes tú lo que yo quiero? ¿Cómo sabes que quiero estar contigo? ¿Y qué si quiero vivir en miseria y sin nada qué comer? ¿Crees que prefiero tu casa a vivir en la calle e ir donde yo quiera? ¿Acaso no sabes que en la calle tengo todo lo que necesito? ¿Y qué importa si tengo rabia y estoy lleno de parásitos, tantos que ya no puedo ni caminar? ¡Entiende! yo no quiero cariño ni protección ni tu comida, lo que yo quiero es vivir afuera y morir afuera. ¿Y qué si muero atropellado o asesinado? Me da igual ¡Pues así quiero morir! Es lo que yo quiero para mi vida».

El niño lo llevó al veterinario el cual le dijo: «Bueno niño no te esfuerces tanto, pues este perro tiene pocos días de vida. Esta raza de perros es así; no quieren el cariño, es como una especie suicida y lo más triste es que a ellos les gusta ser así».

Entonces el niño respondió: «¿Existe alguna forma de cambiar o alterar su raza?… Realmente no quiero que muera. Quiero salvarlo, quiero que tenga mi cariño, que sea verdaderamente feliz y que viva muchos años junto a mí, y si muere quiero que sea en mis brazos».

El veterinario se rió y dijo: «¡Pero si ya es feliz! Déjalo así, déjalo morir. Su propia naturaleza prefiere vivir así».

El niño se fue muy triste… y lo puso en la calle… y el perro le miró con su cara demacrada y su cuerpo que apenas se podía poner en pie, y dijo: «Nunca nadie me ha demostrado tanto amor…»

Entonces el niño corrió al veterinario para contarle lo sucedido, y él respondió: «¿Tú crees que soy un ignorante? ¿No crees que sé diferenciar entre una raza tan común como la del perro que me trajiste anteriormente, con una raza tan escasa y hermosa como la de este perro que me traes ahora?».

La verdadera historia, es parecida. Pues nadie ha amado a esta humanidad caída como Dios lo ha hecho. Y todo hombre arrepentido tiene las mismas palabras en su boca: «…nadie me ha demostrado tanto amor…»

«En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (1ª Juan 4:9-10).

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

Un comentario en «Una salvación de amor»
  1. No valoramos verdaderamente el sacrificio en la cruz, al contrario queremos vivir sin Dios y si ley teniendo la libertad que Dios nos a dado, debemos alabararle y adorarle todo el día, estar en su presencia con todo lo que hacemos buscando hacer su voluntad o la nuestra. El nos pide rectitud de corazón, lo tenemos o actuamos depende quién nos ve.

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