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Por, Emeal Zwayne
8 de agosto de 2011
¿Qué Tiene que ver el Amor en Esto?
«¡Te amo!». Si el gobierno de los Estados Unidos obtuviera un centavo cada vez que un ciudadano estadounidense pronunciara esa frase, en el transcurso de un solo día, nuestra deuda nacional se saldaría antes de llegar a la medianoche. No fue así hace algunas generaciones. Esa frase era difícil de lograr en aquellos tiempos pasados. Sin embargo, las acciones acordes con esa frase parecían haber estado mucho más de moda de lo que están hoy.
En el siglo XXI, todo el mundo parece tener su propia definición de la palabra «amor». Desde los presentadores de programas de entrevistas populares hasta los psicólogos de todo tipo e iconos del pop autodenominados: todo el mundo quiere opinar. Pero están totalmente alejados de la definición de amor. Y en una época en que las palabras dicen más que las acciones, ya es hora de que regresemos al único que realmente puede definir el amor: el que lo creó … el que es:
1ª Corintios 13:4-8:
- «El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. 5 No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. 6 El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser. Pero si hay dones de profecía[d], se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará».
No Necesita Buscar más
Eso es todo. Su búsqueda ha terminado. Esto significa que cuando le decimos a alguien: «Te amo», automáticamente damos a entender que estamos llevando a cabo hacia ellos todos los atributos del amor que se encuentran en 1ª Corintios 13. ¿Lo somos? Quizás es hora de que prestemos atención a la exhortación del apóstol Juan en 1ª Juan 3:18: «Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad».
Creo que es hora de que empecemos a hablar un poco menos y mostrar más amor. Tal vez le animen las palabras de este poema que escribí hace muchos años:
No me ames con palabras
Habla de paciencia
Muéstrame prontitud
Habla de bondad
Muéstrame pequeñez
Que desperdicio, que desperdicio
«No soy celoso»
Sin embargo, envidias
«No soy jactancioso»
Sin embargo, presumes
«No soy grosero»
«No soy egoísta»
Sin embargo, eso no es lo que promueves
Hablar de calma
Hablar de paz
Caminar con ira
Caminar con rabia
Hablar perdón
Sin embargo, no cesar
Guardar rencor
Viejo con la edad
«Odio la injusticia»
Tú dices
Sin embargo, la aplaudes
Todos los días
«Odio las mentiras»
Sin embargo, ideas
Esquemas furtivos
Y juego sucio
«Voy a seguir contigo»
«Creo en ti»
«Y espero lo mejor»
Sin embargo, en el momento del problema
Para nada, esto fue expresado
Así que no me ames con palabras
Porque las palabras no prevalecerán
Ámame de hecho y verdad
Porque el verdadero amor no fallará
Conclusión
En respuesta a los dos mandamientos más importantes: amar a Dios y amar a las personas (Marcos 12:28-31), ¿se le ocurre alguna mejor manera de demostrar ese amor que es, a través de la proclamación del evangelio? Si bien muchos de nosotros declaramos fácilmente nuestro amor por el Señor y nuestro prójimo, ¿con qué frecuencia lo demostramos preocupándonos lo suficiente como para compartir el evangelio?
Decidamos, por la gracia de Dios, comenzar a demostrar nuestro amor con hechos y con verdad.