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Por, Luke Wayne
10 de febrero de 2017

En muchas religiones orientales (Hinduismo y Budismo), el karma es una enseñanza fundamental que se ha convertido en un atractivo –que va en aumento– entre las personas del occidente. La palabra «karma» significa, «acción» o «hacer».[1] La doctrina religiosa del karma enseña que cualquier acto voluntario, resolutorio (o intencional), realizado en esta vida produce efectos que moldean y determinan nuestras vidas futuras. Por lo tanto, el karma está profundamente arraigado en la idea oriental de un ciclo potencialmente interminable de renacimientos o reencarnaciones.

¿Es karma parte de la ley moral?

No. Ni siquiera es considerado como ley moral. Es una ley de causa y efecto por la que algunas acciones tienen, relativamente, resultados deseables, y otras tienen, relativamente, resultados no deseables, pero el karma no hace juicios con respecto a si estas obras o hechos son «correctos» o «equivocados». Básicamente, cualquier karma mantiene a una persona atrapada en el ciclo de renacimientos y por lo tanto debe ser evitado. Como explica un budista erudito:

«Lo voluntario puede ser relativamente bueno o malo, así como un deseo puede ser relativamente bueno o malo. Así que el karma puede ser, relativamente, bueno o malo. El buen karma (kusala) produce buenos efectos, y el mal karma (akusala) produce malos efectos. La sed, lo voluntario, el karma, sean bueno o malo, tiene una fuerza como su efecto: la fuerza para continuar –continuar en una buena o mala dirección. Sea bueno o malo, es relativo, y está dentro del ciclo de la continuidad (saṃsāra)”. [2]

Por lo tanto, y en última instancia, todo karma, ya sea «bueno» o «malo», mantiene un límite al ciclo del sufrimiento de la muerte y el renacimiento. Si el karma fuera real, el objetivo de uno no debería evitar sólo el karma malo y acumular un buen karma en la esperanza de una vida mejor, sino evitar todo karma (bueno o malo) con la esperanza de liberarse de este ciclo interminable de sufrimiento. Por lo tanto, el karma no le dice a las personas que hagan cosas buenas y evitan las malas. En cambio, ordena que abandonemos la idea de un «yo personal» que es distinto de los objetos que nos rodean para que podamos purgarnos (deshacernos) de cualquiera y de todo deseo. Si actuamos en deseos, incluso, si deseáramos ayudar a la gente, estaríamos atados por nuestro karma. Si tenemos una ambición, incluso una ambición para terminar con una injusticia, estaríamos atados por nuestro karma. La acción voluntaria debe ser evitada, aún, cuando la acción sea noble. Como una fuente hindú enseña:

  • «La verdad es que todas las cosas son una, pero aquellos que ven una diferencia van de muerte a muerte como el agua corre pérdida entre las colinas. El alma entra en la encarnación según sus acciones y de acuerdo a su conocimiento».[3]

El gran sabio hindú, Samkara, también dijo:

  • «La liberación no viene ni por la práctica del yoga o del sankhia, ni por las buenas obras, ni por el aprendizaje; sino sólo a través del entendimiento de que atman [la esencia divina interna] y Brahman [la esencia divina universal] son uno –de ninguna otra manera».[4]

El karma no es la idea de que debemos hacer ciertas cosas para que el universo nos recompense, o evitar ciertas cosas para que el universo no nos castigue. Tampoco es una fuerza de justicia, buscando corregir los errores o darle a la gente «lo que ella merece». El propio Rahula explica que el karma no se preocupa por la justicia o la moralidad:

«La idea de justicia moral surge de la concepción de un ser supremo, un Dios, que se sienta en juicio, quien es el dador de la ley y que decide lo que está bien y lo que está mal».[5]

El karma, entonces, no es una fuente de justicia moral o virtud activa. O bien nos anima a abandonar toda motivación y todo deseo de hacer un bien positivo para otros o, en el mejor de los casos, nos da un pragmatismo egoísta (interesado) por el cual podríamos actuar de ciertas maneras para obtener la vida futura que deseamos. Como explica el autor budista Thich Nhat Hanh:

  • «El bien y el mal no son ni juicios morales ni normas arbitrarias del exterior. A través de nuestra propia conciencia, descubrimos lo que es beneficioso (‘correcto’) y lo que es no beneficioso (‘equivocado’)».[6]

Aplicando la doctrina del karma

Considere lo que esto significa. Si usted busca iluminación y un final al sufrimiento, usted debe abandonar todo deseo y todas las diferencias. Usted no puede dar sacrificialmente de usted mismo con el objetivo de ayudar a otras personas porque esto implica deseo y la idea de un «yo» separado y diferente. De un lado, ciertamente usted no violará, asesinará, robará, o engañará a su vecino porque esas cosas fluyen de los deseos personales de posesiones, gratificación sexual, poder o venganza. De otro lado, tampoco buscará curarse las enfermedades, llevar a cabo reformas que acabarán con las injusticias sociales, o incluso comprar un galón de leche para ayudar a una pobre mujer que no puede darse el lujo de alimentar a su bebé. Estas acciones son también actos impulsados por la voluntad. Estos fluyen de los deseos y la idea del «yo» personal y diferencias en el universo. La búsqueda de la iluminación podría producir una vida tranquila, inofensiva, pero no una vida virtuosa.

Sin embargo, si usted rechaza la iluminación y decide vivir en el mundo del karma e diseñar sus futuros nacimientos, ¿qué hay con esto? ¿Qué clase de vida viviría? Bueno, eso dependería del tipo de vida futura que usted esté deseando. El karma no le dice qué tipo de vida usted debe desear. Sólo le dice, que si usted hace ciertas cosas, entonces, ciertos tipos de efectos seguirán. Un hombre violento podría regresar como un león; pero entonces, una vez más, un hombre violento desearía ser un león. No existe nada inmoral sobre ser un león. Todo es cuestión de preferencia. También podría ser que, aunque sé que una determinada acción regresará para lastimarme en una vida futura, peso los pros y los contras y decido lo que vale la pena. Esto puede ser de poca visión sobre el futuro, pero ¿quién puede decir que no puede ser de poca visión de vez en cuando? El karma no tiene opinión al respecto.

El único fundamento verdadero

Si queremos un fundamento para la justicia moral y la virtud, el karma no nos ofrece la respuesta. En cambio, como incluso el erudito budista citado anteriormente admite, surge de la naturaleza y los mandamientos de Dios solamente. El sabio rey Salomón escribió:

  • «La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: teme a Dios y guarda sus mandamientos,
    porque esto concierne a toda persona. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo» (Eclesiastés 12:13-14).

Y de esos mandamientos, el Señor Jesús dice:

  • «Y Él le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el grande y el primer mandamiento. 39 Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37-40).

La anterior debe ser nuestro único fundamento moral.

Notas a pie de página:

[1] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 2.
[2] Ibíd.
[3] David Burnett, The Spirit of Hinduism (Monarch Books, 2006) 66, paraphrasing the Katha Upanishad.
[4] Samkara, Crest-Jewel of Discrimination (Mentor Book, 1947) 42, as cited in David Burnett, The Spirit of Hinduism (Monarch Books, 2006) 180.
[5] Walpola Rahula, «What the Buddha Taught: Revised and Expanded Edition with Texts from Suttas and Dhammapada» (Grove Press, 2007) Kindle Edition, Chapter 3.
[6] Thich Nhat Hanh, «The Heart of the Buddha’s Teaching» (Broadway Books, 1998) 11.

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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