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Por, Luke Wayne
16 de enero de 2017
Muchos críticos del cristianismo bíblico afirman, de forma constante que los cristianos antes del Concilio de Nicea (325 d. C.), no creían en la doctrina de la Trinidad. Abundan las teorías de conspiración donde, este concilio o el emperador romano Constantino de forma supuesta inventaron la doctrina obligando a las iglesias a enseñarla. Entre los cultos no cristianos, los testigos de Jehová van aún más lejos. Argumentan que el Credo de Nicea no es, claramente trinitario ya que este, y para satisfacción de ellos, no enfatiza en el Espíritu Santo.
El Contexto del Concilio de Nicea
En realidad, el credo afirma la creencia en el Espíritu Santo junto con la del Padre y el Hijo. Además, entra en grandes detalles sobre la plena deidad, la unidad y la distinción tanto del Padre como del Hijo. El contexto de Nicea era una controversia sobre la naturaleza del Hijo y no del Espíritu. Por lo tanto, el énfasis excesivo en uno y no en otro tiene perfecto sentido en el contexto, pero eso no es suficiente para satisfacer a esos críticos. Cualquiera que sea la variación de este mito, la insistencia común es que la Trinidad fue desarrollada por algún concilio eclesiástico tardío o algún nefasto emperador pagano que secuestró el cristianismo.
¿Estaban o no los Cristianos Usando Fórmulas de la Trinidad Antes de Nicea?
Esta, parecería ser la suposición: Si los cristianos no usaban todavía las fórmulas específicas de la doctrina de la Trinidad como las conocemos hoy, es poque en ese tiempo nadie creería en esa doctrina. Aparentemente, no es suficiente que los escritores hayan hablado o mencionado la doctrina en forma natural en el curso de sus discusiones normales teniendo que haberla expuesto en una declaración aislada, individual o bien la doctrina no estaba allí. Esta norma es rara vez aplicada a cualquiera otra doctrina. Tal insistencia es de hecho, engañadora. Uno puede leer los mismos escritos de la iglesia temprana. En estos verá cómo, y de forma frecuente, los diferentes aspectos de esta doctrina están abiertamente expresados o claramente asumidos por muchos de esos escritores, aun si ellos no repitieron una fórmula concisa y establecieron toda la doctrina en un solo párrafo en un solo lugar.
El Establecimiento de la Trinidad Antes de Nicea
Sin embargo, vale la pena señalar que la doctrina de la Trinidad se expuso de forma exacta en el tipo de fórmula breve que tales críticos exigen. Esto sucedió en los escritos de al menos un líder de la iglesia primitiva antes de la época de Constantino o de los concilios de la iglesia. Entre los años 260-270 d. C. (más de cincuenta años antes del concilio de Nicea y, de hecho, antes de que naciera el emperador Constantino) Gregorio Taumaturgo escribió en su breve obra «Una declaración de fe»:
Primera Parte de la Obra
- «Hay un solo Dios, el Padre de la Palabra viviente, quien es Su Sabiduría y Poder subsistente e Imagen Eterna: El perfecto Engendrador del perfecto Engendrado, Padre del unigénito Hijo. Hay un solo Señor, Sólo del Único, Dios de Dios, Imagen y Semejanza de la Deidad, Palabra Eficiente, Sabiduría completa de la constitución de todas las cosas, y Poder formativo de toda la creación, verdadero Hijo del verdadero Padre, Invisible de Invisibles e Incorruptible de Incorruptibles e Inmortal de Inmorales, y Eterno de Eternos …[1. Ante-Nicene Fathers, Vol. 6, pg 7]
Segunda Parte de la Obra
- «… Y hay un Solo Espíritu Santo, teniendo Su subsistencia de Dios, y siendo manifestado por el Hijo, para luz a los hombres: Imagen del Hijo, Perfecta Imagen de lo Perfecto; Vida, la Causa de los vivos; Fuente Santa; Santidad, el Proveedor, o Líder de Santificación; en quien es manifestado Dios el Padre, quien está por encima de todo y en todo, y Dios el Hijo, quien es a través de todo. Hay una perfecta Trinidad, en gloria y eternidad y soberanía, ni dividida ni separada. Por lo tanto, no hay nada creado o en servidumbre en la Trinidad; ni nada sobreañadido, como si en un cierto período anterior fuera inexistente, y en un cierto período posterior fuera introducido. Y así tampoco fue el Hijo como si algo le faltara al Padre, ni el Espíritu al Hijo; pero sin variación y sin cambio, la misma Trinidad permanece siempre».[2. Ibíd.]
Una Perfecta Distinción
Como puede ver, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están correctamente distinguidos el uno del otro y todos tiene relación eternal entre sí. También son declarados un ser perfecto, indivisible, eterno, increado e inmutable. De esta forma, la doctrina de la Trinidad fue articulada de forma clara, sistemática y consistente por los cristianos muchos antes que el Concilio de Nicea o cualquier posible influencia del emperador Constantino.