Daniel 7 presenta al «Anciano de Días» en una de las visiones del profeta. Una figura que representa sin duda a Dios. El capítulo describe una sucesión de reinos simbolizados como bestias. Estos son derrocados cuando el Anciano de Días se sienta en juicio contra ellos en Su glorioso trono. Otorga además, dominio y un reino eterno a «uno como Hijo de Hombre», a quien todos los pueblos deben servir. Esta visión es una profecía mesiánica: el «Anciano de Días» representa específicamente a Dios el Padre, y el «Hijo de Hombre» es Dios el Hijo, Jesucristo.

El Anciano de Días en Daniel 7:9-10, 13-14

Los versículos del 9 al 10 introduce y describe al Anciano de Días como aparece en la visión de Daniel:

  • «Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura.
    Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas, 10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros» (Nueva Traducción Viviente— NTV).

vv. 13-14:

  • «13 »Mientras yo miraba todo esto, un hombre apareció entre las nubes y se acercó al Anciano. 14 Y ese hombre recibió honra y poder para reinar sobre todo el mundo. Pude ver que lo obedecían todos los pueblos y naciones. Su poder será siempre el mismo y nunca tendrá fin, y su reino jamás será destruido» (Traducción en lenguaje actual — TLA).

Apocalipsis y el Anciano de Días en Daniel 7

El Anciano de Días en Daniel 7

Esta escena refleja claramente la descrita con mayor detalle en Apocalipsis, especialmente en los capítulos 4 y 5, y se desarrolla a lo largo del libro. Allí, el Señor se sienta gloriosamente en Su trono, mientras el Cordero se acerca, toma el rollo de Su mano y recibe las naciones como herencia. Una bestia, que representa un reino humano malvado, es derrotada y destruida. Finalmente, el Cordero gobierna sobre toda la tierra y comparte el mismo trono de Dios.

En los evangelios, Jesús se identifica repetidamente como el «Hijo del Hombre», muchas veces haciendo referencia directa a Daniel 7: «Y en las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre…». Este lenguaje indica claramente que el Nuevo Pacto interpreta al «Anciano de Días» como Dios Padre y al «Hijo del Hombre» como Dios Hijo, revelando así la plenitud de la Trinidad en la visión profética.

La Interpretación en los Primeros Escritos

Los primeros escritores cristianos fuera de la Biblia respaldan esta interpretación. El Libro de Enoc, un texto apócrifo judío basado en Daniel, describe al «Hijo del Hombre». Es como una figura divina y eterna que recibe el Reino mesiánico de la «Cabeza de Días» (paralelo al «Anciano de Días» de Daniel). Aunque carece de autoridad canónica, refleja cómo algunos judíos de la época interpretaron Daniel 7. Ambas figuras —el «Anciano de Días» y el «Hijo del Hombre»— tenían atributos divinos y merecían adoración universal, sin contradecir el monoteísmo bíblico. La interpretación cristiana aclara este misterio: la Trinidad y la encarnación de Dios el Hijo explican la visión profética de Daniel.

Notas a pie de página:

[1] Para ejemplos de esto, vea «Diálogo con Trifón» de Justino Mártir, Capítulos 31-32 (mediados del siglo II), «Instituciones divinas» de Lactancio, Capítulo 47 (finales del siglo III / principios del siglo IV) y «Sobre la Trinidad» de Agustín, libro 2 , Capítulo 18 y también en su «Ciudad de Dios«, Libro 18: Capítulo 34 (principios del siglo V).

Por, Luke Wayne

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Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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