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17 de junio de 2015
El pacto edénico, es también conocido como el pacto de obras. Es el pacto que Dios hizo con Adán en el paraíso en Edén donde Adán debía obedecer a Dios, cuidar del paraíso, fructificarse, y llenar la tierra. También se le dijo que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal. Mientras se abstuviera del árbol, su posición con Dios y en el paraíso, permanecería segura.
- «Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento. 29 Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les he dado toda planta verde para alimento. Y fue así» (Génesis 1:28-30).
- «Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás» (Génesis 2:16-17).
Este pacto es también mencionado en Oseas 6:7:
- «Pero ellos, como Adán, han transgredido el pacto; allí me han traicionado».
El resultado aparente de guardar el pacto hubiera sido una vida ocupada de trabajo, aunque no un trabajo arduo. Además, Adán hubiera experimentado una comunión sin restricciones con Dios. Sin embargo, y como sabemos, Adán terminó comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal y sus consecuencias, entre otras, fueron su expulsión del paraíso, dificultad para mantener su llamamiento ordenado por Dios, y la comunión interrumpida con el Señor.
Tal vez podríamos extraer una rápida lección del pacto edénico y el fracaso de Adán de mantenerlo. Había solo un mandamiento que Adán debía obedecer. Era un mandamiento de abstenerse de comer del árbol. Pero incluso ese único mandamiento era más de lo que Adán y Eva podían manejar. La única prohibición condujo a un solo pecado y, a través de ella, el pecado entró en el mundo (Romanos 5:12).