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«Entonces vino la palabra del Señor a Samuel, diciendo: 11 Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha dejado de seguirme y no ha cumplido mis mandamientos. Y Samuel se conmovió, y clamó al Señor toda la noche» (1º Samuel 15:10-11).
Este es un ejemplo de expresión antropomórfica donde Dios habla en términos y formas humanas, trabajando con frecuencia a través de las personas, en el tiempo y condicionando contextualmente Sus comentarios, relativo al tiempo y a la situación de las personas. Dios expresa emoción contra el pecado del pueblo, tal como la ira: «Hasta en Horeb provocasteis a ira al Señor, y el Señor se enojó tanto contra vosotros que estuvo a punto de destruiros» (Deuteronomio 9:8), el pesar: «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha dejado de seguirme y no ha cumplido mis mandamientos. Y Samuel se conmovió, y clamó al Señor toda la noche» (1º Samuel 15:11), el arrepentimiento: «Y envió Dios un ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando estaba a punto de destruirla, miró el Señor y sintió pesar por la calamidad, y dijo al ángel destructor: Basta, detén ahora tu mano. Y el ángel del Señor estaba junto a la era de Ornán jebuseo» (1º Crónicas 21:15), y el ser movido a misericordia: «Cuando el Señor les levantaba jueces, el Señor estaba con el juez y los libraba de mano de sus enemigos todos los días del juez; porque el Señor se compadecía por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían» (Jueces 2:18). Dios simplemente está exhibiendo emociones apropiadas en tiempo apropiado aun cuando Él sabía desde la eternidad que las personas pecarían. Analogía: Sabía que mis hijos pecarían y me entristecía antes de que nacieran, pero esto no significa que me era desconocido o que me sorprendería por su rebelión cuando sucediera, ni tampoco significa que no pueda expresar pesar.
Aún más, Dios está trabajando con relación a nosotros; o sea, trabajando en nuestro marco de tiempo y está expresando emociones como los humanos después de ver lo que las personas han hecho en su pecaminosidad. Esto es natural y es de esperar que si asumimos que Dios obra con nosotros y a través de nosotros en la medida que avanzamos en nuestras vidas diarias.