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  • «Y ahora, moradores de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se puede hacer por mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas, produjo uvas silvestres? 5 Ahora pues, dejad que os diga lo que yo he de hacer a mi viña: quitaré su vallado y será consumida; derribaré su muro y será hollada. 6 Y haré que quede desolada; no será podada ni labrada, y crecerán zarzas y espinos. También mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. 7 Ciertamente, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá su plantío delicioso. Él esperaba equidad, pero he aquí derramamiento de sangre; justicia, pero he aquí clamor» (Isaías 5:3-7).

En este pasaje tenemos un ejemplo de antropomorfismo, donde Dios habla en términos humanos. Dios espera una cosa y obtiene otra. ¿Es esto un ejemplo de que Dios ha sido sorprendido y está aprendiendo? No.

En esta parábola se presenta a Israel como una viña. Este cántico se toma mucha libertad en sus palabras y frases. Por lo tanto, esto no tiene por qué ser interpretado como si Dios estuviera realmente sorprendido, especialmente cuando entendemos que Dios nos habla con referencia a nuestro marco de tiempo y usa emociones y condiciones humanas.

Sabemos, que desde la misma eternidad, Dios ha conocido todas las cosas (1ª Juan 3:20) y que no es sorprendido por nada. Por lo tanto, aquí tenemos una parábola en forma de cántico que sirve para transmitir un significado.

Por Matt Slick

Presidente y Fundador del Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana. Matt obtuvo su Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Concordia, en Irvine, California en 1988. Obtuvo su Maestría en Divinidades en el Seminario Teológico de Westminster en Escondido, California en 1991.

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