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Nota: A menos que se diga lo contrario, las citas son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA).
Abreviaturas: NP: Nuevo Pacto (Nuevo Testamento). VP: Viejo Pacto (Antiguo Testamento). LXX: Septuaginta. KJV: Versión King James. NKJV: La Nueva Versión King James. MEV: Modern English Version o Versión en Inglés Moderno.
Por, Luke Wayne
15 de septiembre de 2021
Con frecuencia, los críticos suelen buscar cualquier «error» aparente en el Nuevo Pacto. Muchas de esas acusaciones se centran en las citas neotestamentarias del Viejo Pacto. Uno de los ejemplos más clásicos se encuentra al principio del evangelio de Marcos. Este afirma estar citando a Isaías, pero sólo la mitad de las palabras que cita proceden realmente de ese profeta. La otra mitad es de Malaquías. ¿Está Marcos confundido? ¿Intenta engañar a los lectores haciéndoles creer que todas las palabras son de Isaías, cuando algunas son de un libro completamente distinto? ¿O, tal vez, esos críticos simplemente ignoran el contexto antiguo y la técnica literaria perfectamente legítima que Marcos utiliza aquí? Veámoslo más de cerca:
Los Versículos en Cuestión
Marcos inicia su evangelio con la siguiente cita:
- «Como está escrito en el profeta Isaías: ‘HE AQUÍ, YO ENVÍO MI MENSAJERO DELANTE DE TI, EL CUAL PREPARARÁ TU CAMINO. 3 VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: ‘PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, HAGAN DERECHAS SUS SENDAS’» (Marcos 1:2-3).
Indiscutiblemente, este versículo cita dos versículos distintos, uno de Isaías y otro de Malaquías.
- «Yo envío a Mi mensajero, y él preparará el camino delante de Mí. Y vendrá de repente a Su templo el Señor a quien ustedes buscan; el mensajero del pacto en quien ustedes se complacen, ya viene», dice el Señor de los ejércitos» (Malaquías 3:1).
- «Una voz clama: ‘Preparen en el desierto camino al Señor; Allanen en la soledad calzada para nuestro Dios’» (Isaías 40:3).
¿Está Marcos Equivocado?
Aunque cabe señalar que en muchos manuscritos posteriores de Marcos se lee simplemente «como está escrito en los Profetas» (véanse traducciones como la KJV, NKJV, MEV, etc.), los manuscritos más antiguos citan específicamente al «profeta Isaías», y la mayoría de los eruditos actuales (incluidos los cristianos fieles) piensan que la versión «Isaías» es la lectura original. Por el bien del argumento, asumiremos que esto es correcto. Entonces, ¿está Marcos equivocado? ¿Cómo debemos entenderlo?
Como Citamos Hoy
Estamos acostumbrados a una forma particular y moderna de citar las fuentes. Cuando citamos a alguien en un escrito publicado, anotamos el nombre de la persona que lo dijo y el título del libro o artículo en el que aparece, así como el año, el número de página, etc. Cuando citamos la Biblia, escribimos el libro, capítulo(s) y versículo(s) para que la gente pueda encontrar fácilmente la fuente exacta de la cita.
Pero el mundo antiguo no era así, ni podía serlo. Los libros se escribían a mano, por lo que no había números de página estándar. En algunos casos, incluso el título de un libro podía variar de un ejemplar a otro. Los libros bíblicos no tenían divisiones de capítulos, y la numeración de versículos aún no se había inventado. No debe sorprendernos, por tanto, que citar fuentes funcionara de forma muy diferente entonces que ahora, incluso en el nivel más básico.
Como se Citaba en la Antigüedad
Una forma concreta en que los autores utilizaban y citaban las fuentes que hoy nos resulta bastante extraña es la idea de las citas mixtas o compuestas. Si un autor estaba seguro de que sus lectores conocían bien a dos escritores o documentos específicos, podía juntar palabras de ambos para destacar algo más y confiar en que los lectores (u oyentes, ya que los libros solían leerse en voz alta a grupos) entendieran lo que estaba haciendo. Puede ver ejemplos de esto tanto en el Viejo como en el Nuevo Pacto en nuestro artículo «¿Cita erróneamente Mateo 27:9-10 a Jeremías?» Pero para mostrar que esto no era exclusivo de los autores bíblicos lea el siguiente patrón.
Ejemplo de un Escritor Romano Antiguo: Plutarco
- «Estas cosas retardan la lengua, como dice Demóstenes: ‘Detén la boca, constriñe la garganta y deja a uno sin nada que decir. Sé diferente de los malvados, ya que es posible [para ti]’» (Plutarco, Moralia, 88c).
Parece que Plutarco le atribuye todas estas palabras a Demóstenes. Al menos, esa es la única fuente que menciona. Sin embargo, este solo escribió, «tapar la boca, constreñir la garganta y dejar sin nada que decir». La otra mitad de esta cita procede en realidad de Eurípides.[1. Seth M. Ehorn, “Composite Citations in Plutarch,” from Composite Citations in Antiquity, Volume 1: Jewish, Graeco-Roman, and Early Christian Uses (T&T Clark, 2016) 51.] Del mismo modo, Plutarco atribuye una cita al héroe homérico Agamenón. Aunque todos los versos de esa cita proceden de la Ilíada, algunos son solos citas de Agamenón. El resto proceden del personaje Alejandro.[2. ibíd., 45.]
Era lo Habitual en la Antigüedad
Es claro que Plutarco conocía a Homero tan bien que es muy improbable que se tratara de un error. Igualmente, sus lectores estaban familiarizados, por lo que también no es posible que Plutarco tratara de engañarlos. No, Plutarco esperaba que su público conociera las palabras que estaba juntando de diferentes contextos y que entendiera lo que quería decir con ellas. Una vez más, se trata de un planteamiento relativamente habitual en la Antigüedad.
Conclusión de «¿Confundió Marcos a Isaías y Malaquías?»
Otros ejemplos podrían agregarse. Pero este basta para demostrar que Marcos no es un bufón desventurado que recompone las Escrituras, ni un embaucador que intenta engañar a sus lectores. No hay error alguno. Utilizando los métodos de citación de su época, Marcos está uniendo citas de dos fuentes diferentes de la misma manera que lo hacían otros autores de su tiempo. Combina afirmaciones relacionadas de ambas fuentes para hacer un punto más amplio, mientras que solo menciona una de ellas. En el caso de Marcos, reunía el testimonio de dos profetas para mostrar la importancia del ministerio de Juan el Bautista y el inicio de la proclamación del Evangelio de Jesucristo. Es casi seguro que sus lectores originales conocían lo bastante bien a los profetas como para darse cuenta de ello.